Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/255

Esta página no ha sido corregida
221
ENEIDA.
LXXXI.

Firme está Entelo; mas con pronta vista
Ve por do heridas, ladeando, ahorre;
El otro el campo mide, y por do embista
Entradas busca, á embestir acorre:
Tal tropa audaz, de máquinas provista,
Soberbio muro ó enriscada torre
Que medite arruinar, asalta, embiste;
Torna á atacar, y el torreon resiste.

LXXXII.

El brazo Entelo, amenazando estrago,
Alza descomunal; mas ve de arriba
Venir, Dáres, con tiempo, el fiero amago,
Y hurta el cuerpo veloz y el golpe esquiva:
Hirió el furioso combatiente en vago,
Y enorme por su peso se derriba,
Cual rueda hueco pino, dando espanto,
En bosques de Ida ó cumbres de Erimanto.

LXXXIII.

Levántanse ambos campos con rüido,
Y un grito al cielo lanzan simultáneo:
Acude Acéstes, viéndole caido,
A ayudar al amigo y coetáneo:
Surge él sin quiebra de ánimo ó sentido;
Antes fuego de cólera espontáneo
Arde en su pecho, el pundonor le pica,
Y el probado valor fuerzas duplica.