Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/253

Esta página no ha sido corregida
219
ENEIDA.
LXXV.

Más que de paso el mismo Dáres cía;
Y mudo con la mano el grande Enéas
El enorme volúmen revolvia
De los gruesos anillos y correas,
Y díjole el anciano: «¿Qué sería
Si de Hércules las armas giganteas
Hubieses visto, y la espantosa hazaña
Que hizo estas playas funeral campaña?

LXXVI.

«Fué hijo Érice, cual tú, de Vénus, y esos
Los correones son que usaba en lides:
¿Esparcidos los ves de sangre y sesos?
Los mismos son con que paró ante Alcídes;
Y yo tambien con vigorosos huesos
Los blandí contra fuertes adalides
Guando áun léjos la edad miraba ingrata
Que ambas mis sienes esmaltó de plata.»

LXXVII.

Y á Dáres retorciendo la mirada:
«Mas si rehuyes, campeon troyano,»
Prosigue; «si á tu Rey piadoso agrada,
Y al mio, que combate por mi mano,
Fuerzas equiparar en la estacada,
Gustoso á justos términos me allano:
¡Ea! las armas de Érice te cedo;
Las troyanas depon, y pon el miedo.»