Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/229

Esta página no ha sido corregida
195
ENEIDA.
III.

Y en alta popa el pálido piloto,
«¡Qué oscuridad,» exclama, «el polo llena!
¡Cuánto mal nos previenes no remoto,
Oh gran padre Neptuno!» Y luégo ordena
Los aparejos recoger; al Noto
Torcida vuelve la crujiente antena,
Y haciendo al remador nuevo conjuro,
Prosigue así gimiendo Palinuro:

IV.

«¡Oh magnánimo Enéas! ¡oh rey mio!
No, si me enviase celestial consuelo
El mismo Jove, saludar confío
A Italia nunca con aqueste cielo.
¿No ves cómo del véspero sombrío
Los vientos se alzan, y en contrario vuelo
Vienen furiosos á estrellarse, y cómo
Condensa el aire cerrazon de plomo?

V.

»No es dado resistir ni ir adelante:
Lidiemos no con fuerza, mas con maña,
Cediendo á la Fortuna, que constante
Ruta nos marca á nuestro rumbo extraña:
Erice fraternal no está distante,
Si ya el catado cielo no me engaña;
Y así pronto, al torcer, será que veas
El sículo confin.» Respondió Enéas: