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VIRGILIO.
VI.

»Mas hiéndase y sepúlteme en su seno
La tierra; el padre del Olimpo santo
Me precipite al retumbar del trueno
En la mansion de noche eterna y llanto,
Si es ¡oh pudor! que mi deber no lleno,
Si tu sagrado código quebranto.
Pues de todo mi amor hice á él promesa,
Amar debo su sombra, honrar su huesa!»

VII.

Dice; y baña en sus lágrimas, vencida,
El seno amigo. Respondióle Ana:
«Tú, á quien más amo que mi propia vida,
Qué, ¿pasarás la juventud lozana
Sin coger flores con que amor convida,
Sin lograr frutos de que amor se ufana?
¿Piensas que de los vivos los cuidados
Van el sueño á inquietar de los finados?

VIII.

»Fuese así, ¿qué les debes? No hubo amante,
Ni hoy en esta nacion, ni ántes en Tiro,
Que tu pecho ablandase de diamante:
Á Yárbas desdeñaste, y el suspiro
De tantos de que al África arrogante,
Claros guerreros, alabarse miro.
¿Mas á tu amor y utilidad te opones?
Oye á ese amor y mira á estas regiones.