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LIBRO CUARTO.


I.

Herida en breve de dolencia aciaga,
Pábulo da la Reina en cada hora
Al placer mismo de enconar la llaga,
Y de fuego secreto se devora:
Del héroe, su valor, su alcurnia, halaga
El pensamiento, y de su voz sonora
El eco, y de su faz guarda el trasunto;
Y tregua el vivo afan no sufre un punto.

II.

Húmida el alba sonrió, y el dia
Con luz roja entre nieblas despuntaba,
Cuando á su amante hermana el paso guia
Dido, y con ella así coloquio traba:
«¿Qué sueño tentador, querida mia,
El sueño fué que de agitarme acaba?
Mas este huésped que tenemos, díme,
¿Cuál corazon habrá que no le estime?