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ENEIDA.
LXVI.

»Cual propia, en la ciudad mis compañeros
Entran: pórticos que amplios los reciban
Les abre Heleno, y de ellos los primeros
En fuentes, tazas de oro, comen, liban;
Llenas copas empinan placenteros,
Y resuena el salon. Así se iban
Corriendo un dia y otro. El soplo austrino
Ya hinchaba, voceando, el vago lino.

LXVII.

»Ántes, empero, de soltar las naves,
Yo á Heleno interpelé con tales voces:
«Tú que de Febo los misterios sabes,
»Y sus lauros y trípodes conoces;
»Tú que entiendes los astros, y las aves
»Con su canto augural y alas veloces;
»Troyano vate, intérprete del Cielo,
»Con alta inspiracion calma mi anhelo!

LXVIII.

»Profecías, oráculos, deidades
»Trázanme rumbo de asechanza ajeno,
»Señalando repuestas heredades,
»Nombrando á Italia. Sola ya Celeno
»Cruda hambre anuncia, acerbas novedades;
»¡Arpía atroz! ¡aviso de horror lleno!
»Tú, ¿cuál riesgo evitar me importa, y cómo,
»Dí, amagos frustro y contratiempos domo?»