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VIRGILIO.
XXXIX.

»Al suyo las Estrófades, del seno
Librados de las ondas, nos invitan:
Ínsulas son que con renombre heleno
En el vasto mar Jonio se acreditan.
Allí, allí la terrífica Celeno
Y las arpías de su casta habitan,
Del tiempo en que de Fíneo y sus moradas
Las alejó el temor, nunca saciadas.

XL.

»¡Arpías, horda atroz, monstruos furiales!
Generacion igual jamás vió el mundo,
Ni peste más cruel á los mortales
Envió el cielo ni abortó el profundo:
Alado el cuerpo, rostros virginales;
Arroja el seno vil vestigio inmundo;
Corvas manos y piés, garfios rapantes;
Pálidos siempre de hambre los semblantes.

XLI.

«Áun no bien nuestra flota anclado habia,
Cuando notamos por allí ganados
Vacunos y lanares ir sin guia
Ledos paciendo en abundosos prados.
Hicimos en la grey carnicería;
Brindamos con los fáciles bocados
A los Dioses, á Júpiter; y á priesa
Aderezamos la campestre mesa.