Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/140

Esta página no ha sido corregida
106
VIRGILIO.
IX.

»Adolorido, absorto me suspendo,
Sin voz, yerto el cabello. ¡Polidoro!
El mismo ¡ay! á quien Príamo, sintiendo
Vacilar en su mano el cetro de oro
Al amago de ejército tremendo,
Fió en secreto espléndido tesoro,
Y á que ajeno creciese á la desgracia,
A cargo le envió del Rey de Tracia.

X.

»Mas el perverso príncipe, copiando
En su porte mudanzas de la suerte,
Triunfante al ver de Agamemnon el bando
En contra del caido se convierte;
Y todo fuero con furor nefando
Atropella, y al mísero da muerte,
Y le asalta el caudal. ¿Qué de maldades,
Sacrílega sed de oro, no persuades?

XI.

»Vuelto en mí del espanto que me hiela
Hablo á mi padre, y á los jefes junto,
Lo que voz misteriosa me revela
Narro, y el parecer comun pregunto.
Todos proponen darnos á la vela
Y aquel sitio de horror dejar al punto;
No sin que al desdichado compatricio
Pagado hayamos el postrer oficio.