Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/138

Esta página no ha sido corregida
104
VIRGILIO.
III.

»Cae por allá un país que Marte ampara
Y el austero Licurgo rigió un dia;
Extensas tierras son que el Trace ara,
A quien ley de hospedaje nos unia;
Y viéronse sus Dioses en un ara
Con los Dioses de Troya en compañía
Cuando imperio feliz fuimos: ahora
Allí arribamos con humilde prora.

IV.

»Fundé en su corva orilla la primera
Ciudad, y á sus colonos apellido,
En mi memoria, Enéadas; mas era
Infausto el punto. Mal correspondido,
A mi madre la Diosa de Citera,
Y á los electos Númenes convido;
Y en balde un toro albo, como á solo
Rey de los Dioses, al Saturnio inmolo.

V.

»Era allí un cerro, y en su cima habia
De puntas erizado un mirto: atento
La ara á vestir de verde lozanía,
Acudo, y ramas arrancar intento.
Miéntras raíces desvolver porfía
Mi mano (¡oh singular, oh atroz portento!)
Brotar contemplo de las ramas rotas
Sangre que el suelo empapa en negras gotas.