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ENEIDA.
CXXXII.

»Súbita maravilla sorprendente
De todos luégo las miradas llama:
En medio del abrazo y el doliente
Coloquio paternal, brota una llama
De Ascanio en la corona, y por su frente
E ilesos rizos mansa se derrama:
Quién, al verle, el cabello le sacude;
Quién ya con agua, en su temor, le acude.

CXXXIII.

»Mas mi padre con plácida alegría
El rostro augusto eleva; ambas las manos
Tiende, y al cielo esta plegaria envía:
«¡Omnipotente Júpiter, si humanos
»Ruegos te mueven á clemencia pia,
»Una mirada compasiva dános!
»Si merecemos proteccion, propicio
»Sénos, y sella el venturoso auspicio.»

CXXXIV.

»Á estas voces en súbita estampida
Tronó á la izquierda; y por el vago cielo
Rápida estrella de esplendor vestida
Hendió á la noche el nebuloso velo:
Llegaba hácia nosotros, cuando al Ida,
Alumbrando el camino, tuerce el vuelo;
Su luengo sulco blanda luz señala,
Y humo sulfúreo al esconderse exhala.