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ENEIDA.
CXIV.

»¿Y para esto tornada ardiente lago
»Tantas veces la playa en sangre nuestra?
»¡Oh! ¡no! que si en matar una hembra, no hago
»De varonil valor gloriosa muestra,
»Dar á tal monstruo el merecido pago
»Hazaña es justa y digna de mi diestra:
»No ya sedienta al envainar mi espada,
»Más de una sombra dejaré vengada!»

CXV.

»Rugia yo con voz tempestüosa
Cuando espléndida toda de hermosura,
Me apareció mi madre bondadosa
Radiante entre la sombra de luz pura,
Con el encanto y majestad de Diosa
Con que se muestra en la celeste altura;
Súbito el vengador brazo me toca,
Y abre entre aromas la purpúrea boca:

CXVI.

«¡Cálmate, hijo! ¡tus palabras mide:
»Tu pecho hirviente su ímpetu reporte!
»Dí, ¿será justo que el rencor te olvide
»De la familia nuestra, y no te importe
»Saber si el genitor, á quien impide
»Vejez cansada, el hijo, la consorte
»Vivos están? ¿No ves que los circunda
»La multitud que la ciudad inunda?