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VIRGILIO.
XCIX.

»Vi á Hécuba y sus hijas, sus amores
Vi á Príamo, del ara en el sagrado,
El fuego que adoraron sus mayores
Matar en sangre suya mal su grado;
Vi los cincuenta lechos, que de flores
Habia la esperanza engalanado
En pro del trono, y las soberbias puertas
De oro y rico botin rodar cubiertas.

C.

»Griegos el campo ocupan que áun da el fuego.
—Mas ya ansiosa querrás, augusta Dido,
De Príamo saber. Príamo, luégo
Que de las puertas oye el estallido,
Y encima siente al desbordado Griego,
Ciñe al endeble cuerpo envejecido
Inútil hierro y olvidada malla,
Y aguija á perecer en la batalla.

CI.

»Al raso en medio del palacio habia
Ancho altar, y por cima un lauro anciano
Asombrando á los Lares, descogia
Denso follaje de verdor lozano.
Hécuba en la marmórea gradería
Con sus hijas los Dioses ciñe en vano,
Bien cual palomas que en bandada avienta
El repentino són de la tormenta.