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VIRGILIO.
LXXV.

»Andrógeo así despavorido huia;
Y á su tropa nosotros con denuedo
Cargámos, que el lugar desconocia,
Y á más temblaba en vergonzoso miedo:
Cargámosla, y en ellos á porfía
Matar pudimos. Animoso y ledo
Al aura de fortuna lisonjera,
Corebo razonó de esta manera:

LXXVI.

«Bien la fortuna apunta, amigos; ¡ea!
»El camino sigamos que señala:
»Con los Griegos cambiemos de librea;
»En mal del enemigo, ¿quién no iguala
»Fuerza y astucia? ¡El mismo armas provea!»
Dice, y ciñe el estoque argivo, y cala
El almete de Andrógeo penachudo,
Y ornado de blason prende el escudo.

LXXVII.

Rifeo le imitó; ni hacerlo dudan
Dímas al punto y los demas presentes:
Todos en armaduras propias mudan
Los trofeos magníficos recientes.
Así ajenos auspicios nos escudan
Y oscuro el aire: á su favor frecuentes
Choques de paso aventurando á tiento,
Despeñámos al Orco almas sin cuento.