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VIRGILIO.
LXIII.

»Él los Dioses vencidos, casi á vuelo,
Trae, y sacros adjuntos que á la saña
Hurtó enemiga su piadoso celo;
Y un nieto pequeñuelo le acompaña.
«¡Panto!» al verle clamé con vivo anhelo:
«¡Habla! ¿qué pide adversidad tamaña?
»¿En dónde haremos la defensa? ¿en dónde?»
Dando un hondo gemido me responde:

LXIV.

«¡La hora que los hados previnieron
»Llegó de asolacion! ¡Jove inclemente
»Trastorna la balanza! Fueron, fueron
»Troya, su gloria, su esplendor potente!
»Todo los enemigos lo invadieron:
»Del caballo intramuros eminente
»Griegos brotan armados: triunfante
»Sinon propaga el fuego devorante.

LXV.

»Por las ya francas puertas á oleadas
»Cuantos vinieron de la gran Micénas
»Tantos que entran parece: están tomadas
»Las avenidas: de reposo ajenas
»Amenazan fulgentes sus espadas:
»La primer guarnicion ensaya apénas
»Al tropel oponerse que la embiste,
»Y en ciega riña desigual resiste.»