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VIRGILIO.
LI.

»A sordas con la luna y el sosiego
De la noche, que muda las arropa,
Marchan las naves ya, que ha dado el fuego,
Concertada señal, la régia popa.
Sinon, á quien, en daño nuestro ciego
El hado guia, la escondida tropa
Acude á libertar, y la honda cava
Abre que tenebrosa los guardaba.

LII.

»Y por cables que lanzan de ligero,
Desguíndanse de la hórrida guarida
Esténelo, Tisandro, Ulíses fiero,
Tornando á respirar aura de vida:
Menelao; Macaon, que fué el primero,
Y Acamante y Toante de seguida,
Y Neoptólemo audaz el de Peleo,
Y el trazador del artificio, Epeo.

LIII.

»Á entrar la muchedumbre se acelera
En la ciudad, que yace en sueño y vino,
Y matando las guardias, carnicera,
Y las puertas abriendo, da camino
Y se une á los que abordan. Tiempo era
En que el sueño primero, dón divino,
Los cuerpos sosegando fatigados
Envuelve en manso olvido los cuidados.