Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/100

Esta página no ha sido corregida
66
VIRGILIO.
XLV.

»Descoyuntado al fin, y cual pudiera
El toro que del ara huyendo herido,
De hacha insegura libertado hubiera
Su manchada cerviz, en alarido
Rompe horrible. Las sierpes de carrera
Parten al templo de Minerva, y nido
A los piés de la Diosa encrudecida
Hallan seguro bajo el ancha egida.

XLVI.

»Nuevo motivo de terror asalta
Los ánimos, que el miedo señorea;
Supone el vulgo que Laoconte, al alta
Estatua encaminando el asta rea,
Mereció el golpe que siguió á su falta;
Que el caballo se interne, clamorea,
Y que á la Diosa con devotas preces
Se persuada á poner sus altiveces.

XLVII.

»Presto aportillan el adarve: toma
Movimiento el coloso: iguales giran
Ruedas que al pié le ajustan: con maroma
Atando el cuello, á competencia tiran.
Ya grave de armas sobre el muro asoma:
Todos con ánsia á la labor conspiran:
Garzones y doncellas entre tanto
Alzan en torno religioso canto.