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ENEIDA.


CVIII.

Hé aquí, lidiando en avanzada hilera,
Crujiente flecha á su garganta asida
Almon cayó, que entre los hijos era
De Tirreo, el mayor. La cruda herida
Con la ferviente sangre que aglomera,
La húmida voz y la delgada vida
Extinguió del mancebo, á cuyos lados
Muchos otros sucumben derribados.

CIX.

Allí murió Galeso, que intervino
Medianero de paz, ¡infortunado!
Rico en tierras cual no otro convecino,
Él, viejo ilustre, y de virtud dechado:
Contaba en sus dehesas de contino
Rebaños cinco de mayor ganado
Y cinco greyes de lanosa cria;
Y el campo con cien yuntas revolvía.

CX.

Miéntras pugnaban con incierto marte,
Firme en cumplir lo que á su fe se fia
Habiendo Alecto por su fuerza y arte
Comprometido en bélica porfía
Y funeral destrozo á cada parte,
Arrebola con sangre su alegría,
Deja á Italia, veloz cruza la esfera,
Y á Juno en voz de triunfo dice fiera: