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ENEIDA.


LXVI.

Horrible es entre monstruos infernales;
Pluton mismo su padre, y las hermanas
Tartáreas la detestan; ¡visos tales
Y tantas apariencias inhumanas
Toma y muda, afligiendo á los mortales!
¡En serpientes tan ásperas é insanas
El crin le abunda que su cuello eriza!
Juno á hablarle empezó, y así la atiza:

LXVII.

«Tú sola, hija de la Noche, puedes
Conseguir lo que imploro; ¡oh vírgen! fio
Que en tan estrecha coyuntura, vedes
Que sucumba mi honor y el poder mio:
No dejes tú que, entre nupciales redes de
Latino envolviendo el albedrío,
A mansalva el troyano aventurero
Los ítalos confines tome artero.

LXVIII.

»Tu ardiente azote altera y tu veneno
Públicos y domésticos enlaces;
Por tí hermanos unánimes, terreno
Sangriento van á disputar: falaces
Tienes mil nombres, artes mil. Tú el seno
Astuto anima, pues: juradas paces
Rompe; discordias siembra: audaz asome
La juventud; pida armas, armas tome!»