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ENEIDA.


LIV.

«Vendrá yerno extranjero á mi palacio;
Me le anuncia infalible profecía:
En él sus esperanzas finca el Lacio;
Y él, su raza empalmando con la mia,
De nuestro nombre llenará el espacio:
Por tal el hado á vuestro Rey me envía;
Créolo, y si es verdad lo que adivino,
Lo anhela el corazon.» Habló Latino.

LV.

Y manda que, uno á uno, á los Troyanos
Lleven sendos caballos: de trescientos
Que en reales cuadras hay, los más lozanos.
Con púrpura y bordados paramentos
Y colleras riquísimas ufanos
Van los ágiles brutos, opulentos
Con el profuso aurífero tesoro.
Y el bocado volviendo, muerden oro.

LVI.

Hermoso carro para el Rey ausente,
Y dos potros con él, despacha luégo,
Que, renuevos de eléctrica simiente,
Por la abierta nariz despiden fuego:
Los bridones del Sol secretamente
Sagaz con yegua oculta á fértil juego
Circe movió: fruto éstos de esa traza,
Bastardos brotes son de etérea raza.