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ENEIDA.


XII.

Del Lacio y toda Ausonia, á la doncella
Muchos pretenden. A su afecto tierno
Aspira, y bizarrísimo descuella
Turno entre todos, del blason paterno
Opulento heredero. Para ella
Le quiere esposo, y ya elegido yerno
Le ve la Reina; mas proyectos tales
Tropiezan con visiones funerales.

XIII.

Al raso, en medio del palacio, habia
Rico en sacro follaje un lauro anciano,
Que en años veneró la gente pia.
Es fama que Latino por su mano
En dedicarle á Febo holgóse un dia
No bien le halló, cuando en el campo llano
Echaba á sus alcázares cimiento;
Y de ahí á la ciudad nombró Laurento.

XIV.

Hé aquí, de este árbol á ocupar la cima,
Mil abejas bajaron de repente,
Y, por los piés trabadas, se arracima
El ruidoso tropel, y así pendiente
Quedó de un ramo.«A nuestra costa arrima
Varon extraño con armada gente»,
Cantó un augur: «de do el enjambre vino,
Vendrá la muerte del poder latino.»