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VIRGILIO.


CLXXXVI.

Arrojado del brazo prepotente,
Rodando el risco en la region vacía,
No completó su giro, inobediente
Al recibido impulso que lo guia.
Y cual finge terrores el durmiente
En el regazo de la noche umbría,
Por lánguido sopor ligado, y sueña
Que ansiosa fuga en alargar se empeña,

CLXXXVII.

Y siente en sus conatos que desmaya,
Del antiguo vigor privado, y yerta
La lengua en vano desatar ensaya,
Y voz ni grito á producir acierta;
Por dondequiera, así, que Turno vaya.
A entrar brioso en la que senda abierta
Ha imaginado, allí la Diosa dura
El éxito á estorbarle se apresura.

CLXXXVIII.

Ya naufraga en angustias su esperanza:
Ha tornado á los Rútulos la vista
Y á la ciudad; mas la apremiante lanza
El pié le ataja, el ánimo le atrista:
Ni con qué traza escape se le alcanza,
Ni por cuál modo al enemigo embista;
Rastrea en torno, y su ojeada es vana,
Que ni el carro aparece ni la hermana.