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ENEIDA.


CXVII.

«Hundiré en polvo el más altivo techo
Envuelto en llamas! ¿Quién tendrá por justo
Que el tornar, ya vencido, á campo estrecho,
Espere yo que á Turno venga en gusto?
No: ¡cumpla la ciudad el pacto hecho!
Nefando monumento, centro adusto
De la guerra ella ha sido: ¡sús! con teas
Lo que debe pidamos!» Habló Enéas.

CXVIII.

Ya, formándose en cúneo á la batalla,
Animosa la tropa se encamina.
Escalas de improviso en la muralla
Se ven, y el fuego la cabeza empina.
Quién á las puertas acudiendo, acalla
A los guardias con muerte repentina;
Quién, armas empuñando, trepa: al cielo
Tejen mil dardos tenebroso velo.

CXIX.

Hé aquí entre los primeros, extendiendo
La diestra Enéas á la faz del muro,
Increpa al rey Latino con tremendo
Clamor. Que vez segunda al trance duro
Le compelen los Ítalos, rompiendo
La nueva ley, y en su furor perjuro
Se revuelven contra él como enemigos,
Grita, y toma á los Dioses por testigos.