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VIRGILIO.


LXXVIII.

Roto el cabo, la punta que le hiere
El héroe trata de arrancar; se irrita
Su impaciencia; algun medio, aquel que fuere
Brevísimo entre todos, solicita:
Que abra los bordes de la llaga quiere
Ancha espada, y los senos que visita
Hondo el hierro, descubra; tal su ruego,
Yque á lidiar le restituyan luégo.

LXXIX.

Hé aquí venido habia á su presencia
Yápix, hijo de Yaso, aquel que Febo
Señaló con gloriosa preferencia:
Sí, que á él, estando aún tierno mancebo,
Comunicó sus dones y alta ciencia
El Dios, llevado de amoroso cebo;
De los agüeros enseñóle el arte,
Yen su cítara y arco dióle parte.

LXXX.

Mas él, que al caro padre desahuciado
Sólo pensaba en prolongar la vida,
De sanitarias plantas el callado
Estudio cultivó por escondida
Senda. En su lanza Enéas apoyado
Está, y á sordas brama, y de crecida
Juventud que le cerca, el vago espanto
Contempla inmóvil y del hijo el llanto.