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ENEIDA.


LXXV.

Tanto alarde de bárbara pujanza
Fegeo no sufrió: con mano loca
Los fieros brutos á atajar se avanza
Del freno asiendo en la espumante boca.
Arrástranle indomables; ancha lanza
Su cuerpo, aunque sedienta, apénas toca
Bajo la triple malla, por do hiende
A salvo, miéntras él del yugo pende.

LXXVI.

Mirando á su adversario, en vano embraza
Su escudo, en vano por socorro grita
Esgrimiendo la daga; le amenaza
El eje y rueda que veloz se agita.
Cayó. Por entre el yelmo y la coraza
Turno, que ya sobre él se precipita,
De un tajo la cabeza le cercena,
Y tronco informe déjale en la arena.

LXXVII.

En tanto que con ímpetus furiales
Corriendo la campaña Turno hacía
En carro vencedor destrozos tales,
Bañado de la sangre que vertia
Van á Enéas llevando á sus reales
Fiel Acate y Mnesteo; compañía
Le da Ascanio, y él mismo en su asta larga
Cada segundo paso el cuerpo carga.