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VIRGILIO.


LX.

Aquél engancha un tiro, miéntras éste
Monta de un salto en su bridon guerrero,
No sin que el hierro centellante apreste.
Romper ansiando el pacto, á caballero
Mesapo va contra el tirreno Auleste,
Rey él mismo y de insignias régias fiero,
Quien en las aras, al ciar, tropieza,
Y hunde entre ellas, rodando, hombro y cabeza.

LXI.

Encima el agresor se precipita,
Y enhiesto, en su corcel, lanzon horrendo
Sobre el postrado príncipe ejercita;
Rogaba en vano el infeliz gimiendo.
«¡Cayó, y ante el altar!» Mesapo grita;
«Gran víctima á los Númenes ofrendo!»
Caliente aún, los Ítalos en torno
Quitan al cuerpo noble el rico adorno.

LXII.

Corineo un tizon tomó del ara,
Y como Ebuso herirle amenazase,
Fulminóle las llamas en la cara:
Arde y luce la luenga barba,y dase
Ingrata á oler. Mas él aquí no pára,
Y al que ofuscó, por los cabellos ase,
Y, poniéndole encima la rodilla,
Su flanco hiere con atroz cuchilla.