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VIRGILIO.


XLII.

»Toco el ara, y el almo fuego alzado
En medio de los dos, testigo sea:
¡Oh! cualquiera que fuere nuestro estado,
No llegue dia en que romper se vea
Esta paz en Italia, este tratado!
Que anegue el orbe fuerza gigantea
Y al Tártaro derribe el firmamento;—
¡No hará volver atras mi juramento!

XLIII.

«Como este cetro la palabra mia:
Falto del jugo vegetal materno,
Segado en brazos y melena umbría,
Ya verdor no dará frondoso y tierno:
Hierro al bosque arrancóle, árbol un dia;
El arte en bronce le embutió, y eterno
Emblema de los reyes de mi casa,
De mano en mano incorruptible pasa.»

XLIV.

Tal dice, y muestra al par en las reales
Manos el cetro venerado. Sellan
Ambos sus votos con razones tales
En medio de los próceres. Degüellan
Ante el fuego despues los animales
Sagrados, palpitantes los desuellan,
Y encima de las aras las calientes
Entrañas ponen en colmadas fuentes.