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VIRGILIO.


XXX.

«¡Ninfa, honor de las ondas cristalinas,
Carísima ante todas á mi pecho!»
(Juno la dice) «á tí entre las Latinas
Que Júpiter infiel subió á mi lecho
Sola amé y elegí, y en las divinas
Mansiones á ocupar te dí derecho
Glorioso asiento. Oye tu mal ahora,
Yuturna, en el afan que me devora.

XXXI.

»¡Oh! ¡no me inculpes! Por do ví camino
De la Suerte y las Parcas mal cerrado
A la esperanza del poder latino,
Por allí á Turno y tu ciudad de grado
Siempre auxilié. Con inferior destino
Hoy al caro adalid miro abocado
A horrendo lance, y acercarse siento
¡Ay! de las Parcas el fatal momento!

XXXII.

»No sufren, no, mis ojos esa lucha
Ni esa paz. Tú el favor que darse pueda
(Caso es urgente, y pide audacia mucha)
Corre á dársele á Turno: acaso ceda
La adversa suerte.» Atónita la escucha
Yuturna, y llanto por su rostro rueda;
Tres, cuatro veces en herir se agrada
El seno hermoso con la diestra airada.