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ENEIDA.


III.

No de otra suerte el fuego de venganza
En el alma de Turno se acrecienta.
Va luégo á hablar al Rey, sin que templanza
Sufra en el tono su pasion violenta:
«¡Señor!» dícele, «en Turno no hay tardanza,
Ni hay por qué de lo dicho se arrepienta
El vil Dardanio ó lo pactado altere;
Soy con él en batalla, si esto quiere.

IV.

»Tú en la forma ritual el desafío
Propon con esta ley, augusto anciano;
O ha de lanzar al Tártaro sombrío
A ese prófugo de Asia aquesta mano,
Y sentado contemple el campo mio
Que por la honra comun mi ardor no es vano;
Ó él á todos en mí vencidos vea,
Suya Lavinia con el triunfo sea.»

V.

Latino respondió palabras tales
Con grave y reposado continente:
«Lo mismo que entre todos sobresales,
Mancebo audaz de corazon valiente,
Por tus feroces ímpetus marciales,
Más que todos me cumple ser prudente,
Y es bien que todo yo lo pese y mida,
Consejos oiga y en sazon decida.