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ENEIDA.


CXLIV.

A parar cerca de ella entónces vino,
Y espantado suspéndese, el guerrero
Hijo de Auno,habitante de Apenino,
Que entre Ligures ya no fué el postrero
Miéntras sus fraudes protegió el destino.
Ve que huir no le es dado el trance fiero,
Y ve tambien que de apartar no hay traza
A la Reina cruel que le amenaza.

CXLV.

Arbitrios á idear comienza astuto,
Y dice: «Quien te aplaude, ¡oh cuánto yerra!
No tú, mujer, mas tu arrogante bruto
Autor es de tu gloria. Vén; mas cierra
El camino á la fuga: á pié disputo
Con las armas el campo: ambos á tierra
Saltemos, y veamos, frente á frente,
Si esa gárrula fama triunfa ó miente!»

CXLVI.

Sintió del pundonor punzada aguda
Camila; da el caballo á una escudera,
E igualando las armas, con desnuda
Espada, y parma sin divisa, espera.
El mancebo del éxito no duda
De su artificio, y huye: de ligera
Riendas ha vuelto, y con la espuela dura
Al veloz alazan volando apura.