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VIRGILIO.


CXVII.

«Vaga, y ni aldea ni ciudad le asila;
Ni sufriera favor su índole brava:
Al modo rudo que el pastor estila,
Solitario en los montes habitaba;
Y con feral sustento á su Camila
En madrigueras hórridas criaba:
Allí en sus tiernos labios, de bravia
Yegua las ubres exprimir solia.

CXVIII.

»Y áun los pasos primeros no ha ensayado
Con vacilante pié la tierna niña,
Sin que á sus palmas él dardo aguzado
Dé, y al hombro carcaj y arco le ciña;
No, sin que en vez del manto y del tocado
De oro que el lujo cortesano aliña,
Desde la coronilla le suspenda
Sobre la espalda, piel de tigre horrenda.

CXIX.

»¡Y qué era ver la bella cazadora
Venablos impeler con breve mano,
Ó en torno de las sienes zumbadora
El honda sacudir, y al cisne cano
Ó ya la grulla derribar que mora
Orillas de Estrimon! En vano, en vano
Cien tirrenas matronas para nuera
Quisieron detenerla en su carrera.