Página:Eneida - Tomo II (1905).pdf/325

Esta página no ha sido corregida
552]
267
ENEIDA.


CXIV.

»Iba empuñando, á la guerrera usanza,
Con nudos, y de sólida firmeza
Que el humo examinó, disforme lanza:
De silvestre alcornoque en la corteza
Metió á la niña, al medio la afianza
Del asta, y para el vuelo la adereza:
Blande en mano robusta el arma al viento,
Y esta plegaria eleva al firmamento:

CXV.

«¡Oh de los bosques, tú, frecuentadora,
»Alma virgen Latonia! esta hija mia
«Consagro á tu servicio desde ahora:
«Ella á dudosas auras hoy se fia
«Perseguida y volando huye y te implora:
«Tuya es, lleva tus armas; tú la guía,
«Sálvala tú!» Y aquí con gran pujanza
Doblando el brazo despidió la lanza.

CXVI.

«Suenan las ondas, y la pobre infante
Pasa sobre la rápida corriente
No en vano asida al asta rechinante.
Metabo, que ya encima el tropel siente,
Arrójase á las aguas, y triunfante,
A un césped que vistió grama riente
(¡Gran merced de la Diosa, alta fortuna!)
Arranca el dardo con la intacta cuna.