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VIRGILIO.


LVII.

«¡Iras del cielo! Y áun aquí sombríos
»Me siguen y fatídicos portentos:
«Mudados ya los compañeros míos
«En aves, cruzan los delgados vientos,
«Siguen el curso á los desiertos rios
«(¡Inaudita expiacion! ¡fieros tormentos!)
»Y con fúnebres ecos de gemidos
«Hinchen ¡ay! los escollos maldecidos.

LVIII.

«Temer debí tan espantosos males
«Desde que en liza desigual, insano
«Pude atentar á cuerpos celestiales,
«Y á Vénus ofendí la diestra mano
«Con sacrilega herida. Horrores tales
«Finaron ya: con el poder troyano
«Guerra no tengo; ni mi antigua gloria
«Renuevo con placer en la memoria.

LIX.

«Yo, pues, en vuestro intento no conspiro:
»Antes bien, que volvais á Enéas cabe
«Esos presentes que traer os miro
»De la patria. Ya golpe á golpe, en grave
«Conflicto ya, de léjos, tiro á tiro,
«Probé yo mismo el arte con que sabe
«Empinar el broquel; la gran pujanza
»Con que él menea la fulmínea lanza.