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ENEIDA.


LIV.

»No en las pérdidas sólo que nos cuesta
»El largo sitio, mi escarmiento fundo;
»Ni sólo el frigio Símois me amonesta
»De cadáveres lleno. Andando el mundo
»¿Qué atroz suplicio por sufrir nos resta?
»Doliera al mismo Príamo. Iracundo
»El astro de Minerva, y Cafereo
»Cruel lo sabe, y el peñon Eubeo.

LV.

»A otra zona lanzados, Troya hundida,
«Llegó hasta las Columnas de Proteo
«Peregrinando Menelao Atrida;
»Llegó Ulises al antro Ciclopeo.
«¿Recordaré de Pirro la caida,
«Derribado el altar de Idomeneo,
«Y la locrina juventud, ahora
»De las líbicas costas pobladora?

LVI.

»El mismo miceneo Rey, que un dia
«De los grandes Aquivos tuvo el mando,
«Fué, entre su mismo penetral, de impía
«Consorte muerto bajo el brazo infando;
«Venció así á quien vencido á Troya habia,
«Villano burlador. Y yo, tornando
«Al patrio hogar, la deseada esposa
«No hube de ver ni á Calidonia hermosa.