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ENEIDA.


XXXVI.

«Traer les miro en árboles triunfales
Armados cuerpos que humilló tu acero.
Las fuerzas de la edad fuesen iguales,
Y gran tronco llegaras tú el primero, Turno!
—Mas ¡ay de mí! ¿por qué, mis males
Llorando, os privo del laurel guerrero?
Id ya, y á vuestro Rey en nombre mio
Llevad estas palabras que le envío:

XXXVII.

»Causa eres tú que yo viviendo siga,
Muerto Palante, en este odioso suelo;
Pues nos debes de Turno la enemiga
Cabeza á mí y á él. De tí en mi duelo
Y de Fortuna esta esperanza abriga
Mi pedio. Para mí ya no hay consuelo
Humano; mas á un hijo en su honda estanza
Nuevas quiero llevar de su venganza!»

XXXVIII.

Despierta con sus rayos celestiales
El nuevo dia, que en oriente raya,
Al usado ejercicio á los mortales.
Ya el padre Enéas, ya en la corva playa
Tarcon ha alzado piras, en las cuales
Vaya el Troyano y el Tirreno vaya
A colocar los muertos de su bando,
Los patrios ritos cada cual guardando.