»¿Y éste es el triunfo ansiado? ¿éste el festivo
Regreso? ¿ésta mi fe tan engreída?
Mas no le viste, Evandro, fugitivo
Ni echado de la lid con torpe herida;
Ni por qué preferir tendrás, él vivo,
Acerbo trance, ¡oh padre! á infame vida.
¡Cuánto pierdes en él, Ausonia, y cuánto
Tú, hijo mio!» Así habló vertiendo llanto.
Que el mísero cadáver se levante
Ordena; y eligiendo mil guerreros
Entre toda la hueste, de Palante
La fúnebre custodia y postrimeros
Honores les encarga: que delante
Lleguen de Evandro, y tristes mensajeros,
Consuelo den, pequeño á duelo tanto,
Mas á un padre debido en tal quebranto.
Otros, en este medio, con presteza
De encina y de madroño acopian rama
Con que féretro blando se adereza
Hecho de zarzos en flexible trama:
Verde toldo de rústica maleza
Forman despues á la funérea cama,
Y los miembros del jóven delicado
Tienden en fin sobre el hojoso estrado,