Él, viendo de Palante sostenida
La frente, y blanco el rostro á par de muerte,
Y en aquel pecho hermoso la ancha herida
Que ausonia lanza abriera, y sin que acierte
El llanto á contener, «¿Tú aquí sin vida,»
Clama, «amigo infeliz? Cuando la suerte
Más propicia á mis armas sonreía,
¡Ay! de mi lado te arrebata impía!
«No quiso la cruel que el triunfo mio
Vieses, y vencedor entre marciales
Pompas volvieses al solar natío!
No hice á tu padre, no, promesas tales
Cuando, enviándome á excelso poderío,
Al darme en tierno abrazo tristes vales
Me advirtió receloso que lo habria
Con gentes bravas en tenaz porfia.
«¡Y él hora por ventura se complace
En trocar á esperanzas sus temores,
Y ofrendas en el ara y votos hace,
Miéntras damos estériles honores
Al jóven que, pues ya sin vida yace,
Nada debe á los Dioses superiores!
¡Por tí, padre infeliz, cuánto me aflijo!
¡Tú el cruel funeral verás de un hijo!