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ENEIDA.


CLXXXVI.

Tres veces dió la vuelta el caballero
Sobre la izquierda, armas lanzando á mano;
Y tres cubierto todo en fino acero,
Movió consigo el adalid troyano
Aquel de hincadas puntas bosque entero:
Desclavar tanta flecha, empeño es vano;
Y Enéas lleva á mal que se dilate,
Urgente ya, tan desigual combate.

CLXXXVII.

Medita: al fin en presto movimiento,
A do las huecas sienes le divida,
Dispara al bruto de guerrero aliento
Su lanza. El cual, no bien sintió la herida,
Estribando en los piés azota el viento
Con las manos, y sigue en su caida
Al enredado caballero, y rueda
De bruces, y él bajo sus lomos queda.

CLXXXVIII.

Ambos campos el cielo á grito herido
Encienden. Vuela Enéas, y el acero
Desnudando sobre él, «¿A dónde es ido
Aquel Mezencio,» dice, «ántes tan fiero?
¿Qué se ha hecho ese arrojo tan temido?»
Apénas el exánime guerrero
Cobró, volviendo al cielo la mirada,
La luz perdida y la razon turbada,