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VIRGILIO.


CLXXXIII.

Rápido á los contrarios se abalanza;
En el pecho le hierven á porfía
Ímpetus de vergüenza y de venganza,
Y del herido amor la frenesía
Y el probado valor de su pujanza.
Llama á Enéas, y á lid le desafía
Con grande voz tres veces.
El Troyano Reconocióle, pues, y exclama ufano:

CLXXXIV.

«¡De los Dioses el Padre así lo quiera!
¡Quiéralo el alto Apolo!—Ya contigo
Soy en batalla.» Hablando en tal manera
Con fatídica lanza á su enemigo
Ocurre. El cual replica: «¡Cruda fiera!
Lo acertó tu crueldad; la luz maldigo;
Mátasme un hijo y la esperanza, ¿y quieres
Despues de eso asustarme? ¡Necio eres!

CLXXXV.

«Amenaza no habrá con que me espantes:
No hay Dios á quien respete: no me inspira
Miedo el morir; vengo á morir; mas ántes
Estos dones te traigo.» Dice, y tira
Un dardo, y otro, y otros: incesantes
Lanzándolos, en vasto cerco gira
Volando en torno al campeon, que al rudo
Asalto opone firme el áureo escudo.