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ENEIDA.


CLVI.

Y dice: «¿Á Oródes el de insigne fama
Visteis, amigos, en la lid? ¡Pues helo
Bajo mis piés!» Con él la turba clama,
Y el grito de victoria sube al cielo.
«Quienquier seas, tambien, tambien te llama,»
Repuso el moribundo, «aqueste suelo.
No harás impune de mi muerte alarde,
Ni será, no, que la venganza tarde!»

CLVII.

Mezencio, con sonrisa que señales
De ira disfraza, replicó: «¡Tú muere!
El Señor de mortales é inmortales
Disponga allá de mí como quisiere.»
Pronunciando feroz palabras tales
La lanza arranca, sin que á más espere:
A eterna noche al mísero destierra
El férreo sueño que sus ojos cierra.

CLVIII.

Sacrator sin piedad á Hidaspe trata;
Triunfante á Alcato Cédico acomete;
Rapo á Partenio y á Orses, que recata
Gran fuerza, humilla; á Cronio y á Erícete,
Hijo de Licaon, Mesapo mata:
A aquél tendido en tierra, audaz jinete
Por su bridon indómito arrojado;
A éste pugnando á pié, de á pié soldado.