Página:Eneida - Tomo II (1905).pdf/244

Esta página no ha sido corregida
186
[294
VIRGILIO.


LXIII.

«¡Selecta juventud! sobre esa orilla
Lanzad, lanzad con ímpetu de guerra
El robusto espolon á dividilla!
Batid el remo: en enemiga tierra
Abrase surco nuestra misma quilla!
¡Oh! si el suelo una vez mi mano aferra,
Nada me importa que en el punto mismo
Rompido mi bajel vaya al abismo.»

LXIV.

Dijo; y aquellos que con él navegan
Mueven el remo, y con acordes bríos
Por hender los latinos campos bregan
Impeliendo espumosos los navios,
Hasta que á descansar las proras llegan,
Sin contraste de escollos ni bajíos,
En lo enjuto. No así, Tarcon, tu popa,
Que en un banco de arena áspero topa.

LXV.

Y allí en el agrio dorso, entre los vados,
Pende, y despues de vacilar instantes,
Fatigando las ondas sus costados,
Abierta enajenó los navegantes
Sobre las aguas. Remos destrozados
Les impiden, y escaños fluctuantes,
De los brazos la accion, y retrogradas
Los enredan de piés las oleadas.