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ENEIDA.


CXLI.

Pándaro y Bícias, de Alcanor de Ida
Hijos, criados por la agreste Hiera
En la selva de Jove (en tal guarida
Ni arduo abeto ni cumbre hubo altanera
Que á aquellos mozos superior se mida),
La puerta que á guardar el Rey les diera
Abren; y en su gran fuerza ambos seguros,
Retan al enemigo á entrar los muros.

CXLII..

A un lado y á otro armados aparecen
Adentro, á fuer de torres, con cimera
En que altivos plumajes resplandecen.
Tal orillas del Po, ó á la ribera
Del Atesis ameno, iguales crecen
Dos encinas de intonsa cabellera,
Y, el pié afirmando en el bañado suelo,
Mueven la vana cresta allá en el cielo.

CXLIII.

Los Rútulos, la entrada al ver patente,
Se lanzan. Cada cual con su cohorte,
Sin más tardar avanzan ya: Quercente,
Y Aquícolo, en las armas y en el porte
Hermoso, y Tmaro, de ánimo vehemente,
Hemon, alumno del feroz Mavorte:
Estréllanse en su arrojo, y los primeros
Dejan en el umbral vidas y aceros.