Página:Eneida - Tomo II (1905).pdf/188

Esta página no ha sido corregida
130
[319
VIRGILIO.


LXVI.

Habló el hijo de Hírtaco primero:
«¡Euríalo! osar mucho importa ahora;
Propicia es la ocasion, y éste el sendero.
Tú, no se alce tal vez mano traidora
A hacernos por la espalda un desafuero,
Ten alerta la vista indagadora;
Que yo dando la tala en torno mio
Por ancha brecha conducirte fio.»

LXVII.

Dice, y hace silencio, y á Ramnete
Que en su alta tienda y cama entapizada
Daba roncos bufidos, arremete
Con brazofirme y con desnuda espada.
Rey á un tiempo y augur, á quien somete
El rey Turno sus dudas, fué; mas nada
Valieron artes al dormido mago
Contra el poder de un invisible amago.

LXVIII.

Á tres pajes que entre armas, mezcla ciega,
Yacen, y al escudero y al auriga
De Remo, al pié de sus caballos, llega
Y las flojas cabezas les desliga
A hierro; al amo, en pos, el cuello siega,
Y el tronco deja que abortando siga
Raudales: de cadáveres sembrada
En cálido cruor la tierra náda.