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ENEIDA.


XXXIII.

»Mas la parte mejor pasó del dia;
Y porque bien habeis entrado, el resto
Justo es dar al descanso y la alegría,
Y esperad nueva lid con nuevo arresto.»
Así habló Turno; y á Mesapo fia
El dar, enfrente á las salidas, puesto
A vigilantes tropas delanteras,
Y las murallas rodear de hogueras.

XXXIV.

Toca á catorce jefes escogidos
El cerco de la plaza; cien soldados
Atentos á cada uno dan oidos:
Y ya con roja pluma empenachados
Rondan, en oro espléndido ceñidos:
Remúdanse: en la hierba recostados
Encomiéndanse á Baco, y se solaza
Vaciando cada cual su henchida taza.

XXXV.

Hacen guardia, al fulgor de las hogueras,
Y jugando entretienen el desvelo.
Desde lo alto, á la vez, de sus trincheras
Mirando están el ocupado suelo
Los Troyanos; y puertas y barreras
Requieren, no sin tímido recelo;
Y las torrescon puentes relacionan,
Y las ceñidas armas no abandonan.