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VIRGILIO.


XXX.

«¡Esos golpes mortales de la Suerte;
Leccion han sido que enseñar podia
Contra toda mujer odios de muerte!
¡Demente obstinacion! Ved cómo fia
En valla y foso, contra golpe fuerte
Breve retardo, la nacion que un dia,
Aunque obra de Neptuno mal seguros:
Vió en llamas perecer sus altos muros!

XXXI.

«¿Quién ahora, elegidos compañeros,
De vosotros, vendrá á meter conmigo
El hacha en esos frágiles maderos?
¿Quién á invadir ese tremente abrigo?
No; ni armas de Vulcano, ni guerreros
Buques mil, contra mísero enemigo
He menester; y porque más se aneguen,
Que todos los Etruscos se les lleguen!

XXXII.

»Ni teman de nosotros, cual del Griego
Que robó el Paladion, cobarde, oscuro,
Cruel asalto, ni que al vientre ciego
De un caballo trepemos; no: les juro
Que en pleno sol y cara á cara, el fuego
En torno llevaremos de su muro;
¡Y así, que con los Dánaos no pelean
Que Héctor diez años entretuvo, vean!