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ENEIDA.


XXVII.

Ántes enciende, y entusiasmo inspira
Con su elocuencia: «Este prodigio,» exclama,
«A los Troyanos solamente mira
Infausto. Si es que Júpiter los ama,
Hoy su auxilio á las claras les retira;
Ya sobra nuestro acero y nuestra llama,
¿En el mar qué les queda ni en la tierra?
Sendas de salvacion el mar les cierra:

XXVIII.

»Nada esperan allá, y en nuestras manos
Acá la tierra ven; que mil legiones
Itálicas la cubren. Hoy, hoy vanos
Esos presagios son y predicciones
Que orgullosos ostentan los Troyanos;
¡Qué! ¿de Ausonia en las fértiles regiones
Ya no surgieron? Con lo cual sobrado
A Vénus dióse y á la ley del Hado.

XXIX.

»Yo tambien tengo mi inmutable sino:
A una gente de esposas robadora
Destruir por la espalda es mi destino!
De los Atridas el dolor, yo ahora
Lo pruebo: ni á Micénas sola avino
Ser de justa venganza ejecutora!...
¿Qué capital castigo una vez basta?...
¿Mas si la ruina la maldad no gasta?