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ENEIDA.


CXXIX.

Luégo en diversas direcciones Mecio
De rápida cuadriga por el llano
Arrebatar se mira;—así en desprecio
No tuvieses tu fe, mísero Albano!—
Arrastrar al follon (¡castigo recio!)
Manda implacable el vencedor romano;
Y entre zarzas pasando y entre abrojos
Rastro dejan de sangre los despojos.

CXXX.

Tú, Pórsena, á tu vez, por el proscrito
Tarquino instando, la ciudad bloqueas;
Y ya de libertad corren al grito
Espadas á blandir nietos de Enéas:
En el ceño el furor llevas escrito,
Y que amagas advierto, como veas
Que osó el puente hundir Cócles, y que libre
Clelia ya de prision, trasnada el Tibre.

CXXXI.

En lo alto del escudo está presente
Manlio, guardian de la Tarpeya roca,
Que en defensa del templo, el eminente
Capitolio ocupando, se coloca;
Y vese allí que de la Gala gente
Que á los umbrales en silencio toca,
Volando avisa con clamor sonoro
Argénteo ganso en pórticos de oro.