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VIRGILIO.


CII.

»Y no á Palante en mi lugar envío;
Que en lo extranjero no es cabal; sabina
Madre altera su origen. Esto, y brío
Juvenil, tienes tú, y una divina
Voz te llama. No tardes, huésped mio;
¡A su gloria dos pueblos encamina!
Yo este buen hijo, de mi edad caduca
Gloria y solaz, te allego; tú le educa.

CIII.

«Edúcale en las armas: tú dechado,
Tú en armas le serás ejemplo y guia:
Aprenda desde mozo á ir á tu lado,
Paciencia ejercitando y valentía.
Jinetes además, lo más granado,
Te doy doscientos de la gente mia;
Y otros doscientos de ánimo arrogante
En nombre suyo aportará Palante.»

CIV.

Dijo. Enéas sin voz, sin movimiento,
Y Acátes, duda amarga, triste idea
Revuelven en el alma. En tal momento
Dales á cielo abierto Citerea
Clarísima señal. El firmamento
Con subitáneo estruendo centellea,
Y que cruje parece y se derrumba,
Y de tirrena trompa el eco zumba.