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ENEIDA.


XCIII.

De las habidas pláticas, no en vano
Recuerda el prometido contingente
El Rey, y con su huésped mano á mano
Anhela de partir secretamente.
Pues no ménos que el Arcade, el Troyano
Madrugador anduvo y diligente:
Hace á Enéas Acates compañía;
Evandro con Palante el paso guía.

XCIV.

Ya las diestras se estrechan; ya convida
El uno al otro á la interior morada;
Siéntanse en soledad apetecida,
Y así el Rey empezó con voz pausada:
«¡Oh ilustre capitan, que á nueva vida
Alzas contigo tu nacion postrada!
No por mi fama y por las glorias tuyas
Grande el auxilio que te ofrezco arguyas.

XCV.

»Flaco es nuestro poder; que de una parte
Jurisdiccion nos quita el tusco rio;
De otra, el Rútulo audaz con fuerza y arte
Brama en torno á los muros. Mas yo fio
Con un pueblo magnánimo asociarte,
Fuerte en recursos y apazguado mio:
Propicia la ocasion te anuncia bienes;
Al llamamiento de los hados vienes.