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VIRGILIO.


LIV.

»¡Ea! de hojas ceñida la cabeza,
Alzad los vasos y verted del vino,
Honrando, amigos, la feliz proeza,
É invoca á todos á Hércules divino
Que á todos cubre con igual largueza.»
Dijo el Rey; y entre verde y blanquecino,
Caro, el álamo, al Dios, vistió las frentes
Con sombra circular y hojas pendientes.

LV.

Y llenando la diestra el cáliz santo,
Liban todos con rostro placentero,
Y á los Dioses invocan. Entre tanto
El Héspero, rodando el hemisfero,
Enciende su fanal. Y ya con manto
De piel, los sacerdotes (el primero
Poticio) marchan, por ritual costumbre
Llevando en hachas la sagrada lumbre.

LVI.

Renuévase el banquete: los presentes
De gratísimos dones y manjares
Segundas mesas cubren; y con fuentes
Rebosantes coronan los altares;
Y cercando las aras relucientes,
A entonar ya sus plácidos cantares
Los Salios van, á quien con sacro adorno
El álamo la sien guarnece en torno.