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VIRGILIO.


XXIV.

«Hijos somos de Troya peregrinos,
Y aquestas armas que confuso admiras,
Armas contrarias son á los Latinos,
Que nos rechazan con rebeldes iras.
Ver ansiamos á Evandro: á sus destinos
Unir los nuestros, con leales miras
Proponemos Dardanios principales.
Tal pedimos; tú lleva anuncios tales.»

XXV.

Pásmale el nombre que oye, y,«¡Vén conmigo!»
Palante dice, «vén, quienquier tú seas,
Donde hables á mi padre, y al abrigo
De mis Penates hospedado seas.»
Tómale de la mano, y como amigo
En las suyas retiene la de Enéas;
Y enselvándose juntos se desvían
Del Tibre, y hácia el Rey los pasos guian.

XXVI.

Manso á Evandro habló Enéas: «Ofrecerte
La verde rama de ínfulas vestida,
¡Oh el mejor de los Griegos! hoy la suerte
Me depara feliz. Ni me intimida
Arcade y jefe á tí de Dánaos verte
Y consanguíneo de uno y otro Atrida.
Hanme traido oráculos sagrados,
Y mi propio querer y el de los hados;